How Contrary Orientations Signify Contradictory Theologies

The “primordial form” of Sunday was not so much a feast looking back to the resurrection of Christ on the first Easter, or to any particular mystery or moment of His earthly life, but rather a looking forward with longing to the Lord’s return in glory, imploring Him to deliver us from the evils of sin, death, and hell. Sunday Mass was about the life of the world to come, which the early Christians, suffering bitter and horrific trials, must have thought about a great deal as they hoped and prayed that they would remain faithful: “lead us not into temptation but deliver us from evil.” For this reason, the eastward focus of prayer was a poignant symbol: after the dark and cold night, the sun will rise gloriously on the eastern horizon, shedding light and warmth.

In turning the priest towards the people, we decisively severed ourselves from that which was most ancient, most intrinsic, and most distinctive in our worship as Christians. When we return to ad orientem, we return decisively to the fundamentals of Christian faith and its original practice.

Full article by Peter Kwasniewski here.

Also read Peter Kwasniewski’s answer to a priest’s reaction to this article: Does facing east at Mass rely on a picture of God as someone ‘out there and up there’? (Traducción en Español: ¿Se basa la Misa ad orientem en un concepto de Dios cómo Alguien que está allá arriba a lo lejos?)

¿El cura de espaldas?

Para el cristiano que asiste regularmente a la celebración de la liturgia, los dos efectos más obvios de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio Vaticano II parecen ser la desaparición del latín y la colocación del altar cara al pueblo. El que lea los textos más relevantes de la Constitución conciliar no podrá menos de extrañarse de que ninguno de esos elementos se encuentre literalmente en los documentos del Concilio.

No cabe duda de que el empleo de las lenguas vernáculas está permitido, sobre todo en la liturgia de la Palabra, pero la regla general que precede al texto conciliar dice literalmente: «Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular» (Sacrosanctum Concilium 36, 1).

Sobre la orientación del altar de cara al pueblo, el texto no dice nada; ese detalle no aparece más que en las Instrucciones postconciliares. La directiva más importante se encuentra en el párrafo 262 de la Institutio Generalis Missalis Romani (Instrucción General sobre el nuevo Misal Romano), publicada en 1969, que dice así: «Es preferible que el altar mayor se encuentre exento, y no pegado a la pared, de modo que se pueda rodear fácilmente y celebrar el servicio divino cara al pueblo (versus populum)». Y la Instrucción General sobre el Misal, publicada en 2002, mantiene el texto inalterado, aunque añade una cláusula subordinada: «Lo cual es deseable siempre que sea posible».

En muchos sectores, esta cláusula se interpretó como una manera de forzar el texto de 1969, para hacerle decir que, en adelante, era obligatorio colocar el altar de cara al pueblo, donde fuera posible. Sin embargo, esa interpretación fue rechazada el 25 de septiembre de 2000 por la Congregación para el Culto Divino, al declarar que el término expedit (es deseable) no implicaba una obligación, sino que era sólo una sugerencia. La Congregación decía que la orientación material debe distinguirse de la espiritual. Aunque el sacerdote celebre versus populum, siempre tendrá que estar orientado hacia Dios por medio de Jesucristo (versus Deum per Iesum Christum). Los ritos, los signos, los símbolos y las palabras jamás podrán explicar de manera exhaustiva la realidad misma del misterio de la salvación. Por eso, la Congregación añade una advertencia contra cualquier postura unilateral y rígida en este debate. Es una clarificación importante, porque da a entender lo que en las formas simbólicas externas de la liturgia es puramente relativo, y se opone al fanatismo que, por desgracia, ha sido tan frecuente en las controversias de los últimos cuarenta años. Al mismo tiempo, subraya el dinamismo interior de la acción litúrgica, que jamás podrá expresarse en su totalidad por medio de fórmulas puramente externas. Y esa orientación interior es válida tanto para el sacerdote como para el pueblo congregado; es una orientación hacia el Señor.

El liturgista de Innsbruck Josef Andreas Jungmann, uno de los arquitectos de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, se declaró desde el principio abiertamente opuesto a la expresión polémica de que, antes, el sacerdote celebraba de espaldas al pueblo. Jungmann insistía en que el tema de discusión no era el hecho de que el sacerdote diera la espalda al pueblo, sino, al contrario, que estuviera en la misma dirección que el pueblo. La liturgia de la Palabra tiene carácter de proclamación y diálogo, al que pertenecen esencialmente exhortación y respuesta. Por el contrario, en la liturgia eucarística el sacerdote lidera al pueblo en la plegaria y se dirige a Dios en unión con el pueblo.

Artículo aquí.

El latín y el Novus Ordo

Aclaremos un error desde la partida misma: la Misa Novus Ordo no es una Misa para ser dicha solamente en lengua vernácula.
Muchos fieles parecen no tener –o tener muy poca- necesidad del latín en la Misa, y declaran que no se oponen a que la forma extraordinaria esté a disposición de quienes prefieren la liturgia tradicional. A lo que se oponen es a reemplazar por el latín la lengua vernácula usada en la forma ordinaria. Y muchos de ellos son vehementes en su oposición al latín en la Misa. Pero tal postura no refleja en absoluto lo que piensa la Iglesia, porque el latín, que es la lengua de la Iglesia, es también la lengua de la liturgia.

Artículo completo aquí. Original en Inglés aquí.

Foglietti per seguire la celebrazione della santa Messa in latino con traduzioni

Foglietto per seguire la celebrazione della santa Messa in latino con traduzione in varie lingue:
Folleto para seguir la celebración de la Santa Misa en latín con traducción a varios idiomas:
Leaflet to follow the celebration of the Holy Mass in Latin with translation into several languages:
Brochure pour suivre la célébration de la Sainte Messe en latin avec traduction en plusieurs langues:

Latin-English A4 Latin-English A5
Latine-Français A4 Latine-Français A5
Latín-Castellano [C.E. Española] A4 Latín-Castellano [C.E. Española] A5
Latín-Castellano [C.E. Argentina] A4 Latín-Castellano [C.E. Argentina] A5
Latino-Italiano A4 Latino-Italiano A5
Latein-Deutsch A4 Latein-Deutsch A5
Latin-Magyar A4 Latin-Magyar A5
quadrilingue (Latino-Inglese-Francese-Spagnolo) A4 quadrilingue (Latino-Inglese-Francese-Spagnolo) A5

(tratti dal sito collationes.org)

На латинском и русском

Cantus Missæ

Ofrecemos – ad usum privatum y con el consentimiento de la Fundación Casatejada, propietaria de los derechos- algunos cantos litúrgicos y partituras en latín, del Ordo Missae y de la Misa de San Josemaría, editados por la Basílica Pontificia de S. Miguel de Madrid. Puede ser de ayuda para los sacerdotes, de modo que el canto cumpla su función en las celebraciones eucarísticas solemnes (cfr. Conc. Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 112).

www.collationes.org

Preparare ed educare

Chiedo che i futuri sacerdoti, fin dal tempo del seminario, siano preparati a comprendere e a celebrare la santa Messa in latino, nonché a utilizzare testi latini e a eseguire il canto gregoriano; non si trascuri la possibilità che gli stessi fedeli siano educati a conoscere le più comuni preghiere in latino, come anche a cantare in gregoriano certe parti della liturgia. (Benedetto XVI, Esortazione Apostolica Postsinodale Sacramentum Caritatis 62)

I ask that future priests, from their time in the seminary, receive the preparation needed to understand and to celebrate Mass in Latin, and also to use Latin texts and execute Gregorian chant; nor should we forget that the faithful can be taught to recite the more common prayers in Latin, and also to sing parts of the liturgy to Gregorian chant. (Benedict XVI, Post-Synodal Apostolic Exhortation Sacramentum Caritatis 62)

Pido que los futuros sacerdotes, desde el tiempo del seminario, se preparen para comprender y celebrar la santa Misa en latín, además de utilizar textos latinos y cantar en gregoriano; y se ha de procurar que los mismos fieles conozcan las oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano algunas partes de la liturgia. (Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis 62)

Je demande que les futurs prêtres, dès le temps du séminaire, soient préparés à comprendre et à célébrer la Messe en latin, ainsi qu’à utiliser des textes latins et à utiliser le chant grégorien; on ne négligera pas la possibilité d’éduquer les fidèles eux-mêmes à la connaissance des prières les plus communes en latin, ainsi qu’au chant en grégorien de certaines parties de la liturgie. (Benoît XVI, Exhortation Apostolique Post-Synodale Sacramentum Caritatis 62)

La celebración ad orientem

El rito romano actual contempla la posibilidad de celebrar viendo hacia el pueblo (versus populum) o, mirando hacia Dios (versum Deum), a lo que también se le conoce como celebrar al oriente (ad orientem). Es frecuente que se diga que se celebra “de espaldas al pueblo”, pero esta expresión solo significa la posición del celebrante respecto al pueblo, y no frente a Dios. Por eso, es mejor decirle “hacia Dios” o al oriente.

Celebrar sin ver al pueblo no es algo exclusivo de la forma extraordinaria. También en la ordinaria es permitido. Esto es una cosa común en muchos lugares. Todos los papas han celebrado así. En la Instrucción General del Misal Romano (IGMR) se contempla que los altares no deben de colocarse pegados a la pared, para dar la oportunidad de celebrar de cualquier lado de éste.

Cada una de estas dos posibilidades tiene su simbolismo. Ver hacia el pueblo da la sensación de que se comparte la mesa. Ver hacia el oriente litúrgico, en cambio, simboliza que todo el pueblo, con el sacerdote que es Cristo, miran hacia el Padre y se dirigen juntos a él.

Como es menos común que se celebre “versus Deum”, explicaremos el modo en que tiene que hacerse en la forma ordinaria del rito romano.

1.- El misal siempre se coloca a la izquierda del celebrante, y el acólito le ayuda por la derecha. Por ello, antes de la misa debe de colocarse la credencia del lado derecho del altar. De igual forma, las velas y la cruz, en caso de que se coloquen sobre el altar, deben de cambiarse de lado.

2.- El sacerdote se dirige al altar al inicio de la Misa. Al llegar, lo venera con un beso por el lado que ha de celebrar.

3.- Si se emplea incienso y el altar está pegado a la pared, lo inciensa iniciando por el lado derecho, volviendo al centro, después incensando el lado izquierdo y, finalmente, volviendo al centro. Si asiste un diácono, no lo acompaña al incensar. En caso de que el altar esté despegado de la pared, inciensa rodeándolo, como de costumbre, y acompañado del diácono.  (IGMR n. 277)

4.- El celebrante preside los Ritos Iniciales desde sede, viendo al pueblo. La Liturgia de la Palabra es en el ambón, viendo al pueblo. Igualmente, el celebrante hace la homilía viendo al pueblo.

5.- Al inicio de la liturgia eucarística el celebrante se dirige al altar. Presenta los dones versus Deum.

6.- Si se emplea incienso, el celebrante inciensa los dones y la cruz (si está al centro del altar). Después, si el altar está pegado a la pared, como al inicio inciensa el lado derecho; vuelve al centro; después inciensa el lado izquierdo y vuelve al centro, en donde es incensado. En caso de que el altar no esté pegado a la pared, lo inciensa rodeándolo, como de costumbre. (IGMR n. 277)

7.- Para decir “Oren hermanos…” se voltea hacia el pueblo, y acabado la respuesta, vuelve a la posición ad orientem, en donde sigue la Misa, sin voltearse para decir “el Señor esté con ustedes” al inicio del prefacio. (IGMR n. 147)

8.- En la Consagración el celebrante no se voltea. Pero debe elevar el Cuerpo de Cristo y el cáliz con la y la Sangre de Cristo por encima de su cabeza, para que lo pueda ver el pueblo.

9.- Continúa celebrando versus Deum hasta el rito de la paz, en donde se vuelve para decir “La paz del Señor esté con ustedes”. (IGMR n. 154)

10.- Tras ello, vuelve a la posición versus Deum y, después del Cordero de Dios, se vuelve al pueblo para mostrar el Cuerpo de Cristo partido mientras dice “Este es el Cordero de Dios…” (IGMR n. 157)

11.- El celebrante comulga sobre el altar, y después da la comunión como de costumbre.

12.- La oración después de la comunión y los ritos conclusivos los hace en la sede, viendo hacia el pueblo.

En el siguiente video se explica todo esto:

Fuente.

Chiediamo gli inginocchiatoi

Chiediamo gli inginocchiatoi per i fedeli che desiderano ricevere Gesù-Eucarestia in ginocchio

Prosimy klęczniki dla wiernych, którzy pragną przyjąć Jezusa-Eucharystię na kolanach

Pedimos los reclinatorios para los fieles que quieren recibir la Comunión de rodillas

We ask for faldstools into Churches for those who desire receiving the Holy Eucharist on knees

Pitamo klečala za vjernike koji hoće primiti Euharistijskog Isusa na koljenima

Nous demandons les petites-chaises dans les Eglises pour les fidèles qui désirent recevoir l’Eucharistie à genoux

Pedimos genuflectórios para os fiéis que querem receber Jesus Eucarístico de joelhos

Wir bitten um Kniebänke, für die Gläubigen, die die Eucharistie auf den Knien empfangen wollen

Memoriale Domini

Con las reformas indicadas [la comunión bajo las dos especies de pan y vino] se han hecho más vivos y transparentes el signo del convite eucarístico y el cumplimiento omnímodo al mandato de Cristo. Pero, al mismo tiempo, la participación más plena de la celebración eucarística, significada por la comunión sacramental, ha suscitado en algunas partes, durante los últimos años, el deseo de volver al uso de depositar el pan eucarístico en la mano de los fieles, para que ellos mismos, comulgando, lo introduzcan en su boca.
Más aún, en algunas comunidades y lugares se ha practicado este rito, sin haber pedido antes la aprobación de la Sede Apostólica, y a veces de manera que les ha faltado a los fieles la oportuna preparación.
Es verdad que, según el uso antiguo en otros tiempos, se permitió a los fieles tomar en la mano este divino alimento y llevarlo a la boca por sí mismos, y también, en tiempo antiquísimo, llevar consigo el Santísimo desde el lugar en que se celebraba el sacrifico, principalmente con el fin de aprovecharse de él como Viático en el caso de tener que luchar por la confesión de fe.
Sin embargo, las normas de la Iglesia y los documentos de los Padres, manifiestan con abundancia la máxima reverencia y la prudencia suma con que se trataba a la sagrada Eucaristía. Porque “nadie… como aquella carne sin adorarla antes”, y, al asumirla, se amonesta a todos: “…tómala, y estate atento para que no se te pierda nada”. “Porque es el Cuerpo de Cristo”.
Además, el cuidado y el ministerio del Cuerpo y la Sangre del Señor, se encomendaban de modo verdaderamente peculiar a ministros sagrados u hombres designados para eso: “Después que el presidente terminó las preces y todo el pueblo hizo la aclamación, los que entre nosotros se llaman diáconos, distribuyen a cada uno de los presentes para que participen de ellos, el pan y el vino con agua, sobre los que se dieron gracias, y los llevan a los ausentes”.
Por eso, el oficio de llevar la Eucaristía a los ausentes fue luego confiado exclusivamente a los ministros sagrados, para asegurar mejor la reverencia debida al Cuerpo de Cristo y servir al mismo tiempo a la necesidad de los fieles. Andando el tiempo, después de estudiar más a fondo la verdad del misterio eucarístico, su eficacia y la presencia de Cristo en el mismo, bajo el impulso ya de la reverencia hacia este santísimo sacramento, ya de la humildad con que debe ser recibido, se introdujo la costumbre de que el ministro por sí mismo depositase en la lengua de los que recibían la comunión una partícula del pan consagrado.
Este modo de distribuir a la santa comunión, considerando en su conjunto el estado actual de la Iglesia, debe ser conservado no solamente porque se apoya en un uso tradicional de muchos siglos, sino principalmente, porque significa la reverencia de los fieles cristianos hacia la Eucaristía. Este uso no quita nada a la dignidad personal de los que se acercan a tan gran Sacramento, y es parte de aquella preparación que re requiere para recibir el Cuerpo del Señor del modo más fructuoso.

Sagrada Congregación para Culto divino – Instrucción Memoriale Domini – 29 de Mayo de 1969